AVISTAMIENTO DE LUCIERNAGAS EN NANACAMILPA, TLAXCALA
Por Juan Carlos Valdez Arévalo
Tlaxcala, Tlax.– Mientras el crepúsculo invade el “Bosque Encantado”, los visitantes esperan pacientemente a que la penumbra llegue a su totalidad para avistar a las luciérnagas, al tiempo un “guardián y cuidador” de estos misteriosos escarabajos instruye a los visitantes para molestar lo menos posible a los insectos anfitriones y así preservar la especie.
Pasados unos minutos y después de escuchar al cuidador, en un inesperado espacio del bosque, como suspendidas en el aire sobre el pasto húmedo, entre las ramas de los árboles ¡Infraganti! Se vislumbra una pequeña y hermosa luz, después otra y, otra más, pasados los minutos, ¡Centenas! Pudiéndose confundir con brasas de un ardiente fuego que nadie ha encendido o con las luces que en temporada navideña adornan tanto los pinos como las casas que alegran las frías noches invernales.
Dispersas aquí y allá, en cuestión de minutos, las incandescentes “brasas” se encienden y apagan, se multiplican, llegando a ser miles palpitando sin control en la penumbra, buscando con su luz, ser elegidas por una diminuta pareja de apenas 13.1 milímetros, que entre la hojarasca del mojado suelo espera paciente por aquella que por su hermosa luminiscencia le atraiga para procrear.
Inimaginables destellos de luz ligeramente amarilla de la Xochitlametzin (flor que brilla tan hermosa como la luna, en náhuatl), latiendo brillantemente en la negrura de la noche, entre los pastos y los robustos arboles de pino, encino y oyamel flotan en el aire sorprendiendo a los visitantes.
A la cabeza del recorrido, el guardián y protector, aquel que conoce y sabe los detalles característicos y de conservación de las luciérnagas, es quien guía a los transeúntes través del sendero previamente delimitado por los pasos de aquellos que lo han caminado, lo han observado, lo han vivido y, –siguiendo las instrucciones de los guardianes– “en silencio para no distraer el rito de apareamiento”, gozan de esta incomparable atmósfera.
La luz inhibe el comportamiento natural de las luciérnagas, incluso la luz de la luna llena, por lo que se prohíbe cualquier clase de luz artificial – advierte el guía–.
La resplandeciente e intermitente luz que emiten las luciérnagas machos, ésas que se visualizan iluminar la densa oscuridad, es parte del ritual de apareamiento para el cual las hembras, las cuales no vuelan y se encuentran en el suelo entre la hojarasca, harán que sean las elegidas para procrear la siguiente generación.
Cautivando con sus misteriosas luces a los espectadores, las “Macrolampis Palaciosi” (nombre científico de las luciérnagas) de los bosques de Nanacamilpa y Nativitas, al noreste del estado de Tlaxcala donde hacen su aparición durante la temporada de lluvias en los meses de junio, julio y agosto.
La reservación para el recorrido en los centros de avistamiento se puede consultar en la página visitatlaxcala.com.